mesiguen~

jueves, 30 de junio de 2011

Capítulo 1. Necesitaba decirlo.

No sé si ésto es buena idea, lo que sí se es que es algo que debo contar, algo que tengo dentro y que siento que si no lo digo jamás me lo perdonaré.
Yo, Lucía, estaba casada con un gran hombre (o eso creía), se llamaba Marcos. Teníamos dos hijas, Adara y Luna. Conocí a Marcos hace tiempo, no sé exactamente cuándo, la noción del tiempo se pierde cuándo estás enamorada...
La primera vez que nos vimos fue algo totalmente espantoso... Él era un hombre solitario, nunca lo veía con amigos, siempre solo. Yo era (y soy) una mujer a la que le gustar estar acompañada. El caso es que nos conocimos en una cafetería, en la esquina de la calle dónde tengo la oficina de mi trabajo (estilista). Él estaba sentado, solo, en una de las mesas más oscuras de la cafetería, al lado de la puerta del servicio, un paso poco transitado ya que los servicios siempre estaban sucios. Yo había quedado con mi mejor amiga, Kelly, siempre nos solíamos ver en esa cafetería, al menos un día a la semana. Kelly llegó y nos sentamos en otra mesa, la única que quedaba libre en aquel espacio tan pequeño. Nuestra mesa estaba situada a unos 3 metros de la mesa de Marcos. Ese día, por desgracia, tenía un terrible dolor de estómago y como es normal, el café calló como una bomba, asco. Tuve que ir al servicio. Al salir de él, me tropecé y no sé cómo lo hizo, con agilidad seguro, Marcos me cogió a unos escasos centímetros de tocar el suelo. Me quedé totalmente atontada, era la cara, los ojos, la boca, la nariz, la sonrisa, los dientes, el pelo, todo... La cosa más bonita que había visto nunca, y de pensar, que cuándo entré en la cafetería, de lejos, parecía algo asqueroso. Pero estaba equivocada, era hermoso. Ojos azules, me reflejaba en ellos; labios rosados y carnosos, espectaculares; nariz perfecta, y no estaba operada; dientes blancos, y ni grandes ni pequeños; pelo rubio, a la vista con un tacto gustoso... Me quedé trastornada...
 - ¿Estás bien? -dijo. Voz hermosa, parecía perfecto.
 - E-e-e-e-esto, s-s-sí. -todo me temblaba.
 - Casi te das un buen golpe... Has de tener más cuidado. -no lo parece, pero lo dijo amablemente.
 - Lo-lo sé, gracias... -aún me temblaba todo.
 - Bueno, de nada. -puedo jurar que se sonrojó.- Por cierto, soy Marcos, encantado. - pero, pero, pero ¿qué?, esta hermosura se estaba presentando y aún no me había puesto derecha, aún estaba entre sus fuertes brazos, como un novio sujeta a su novia en el día de su boda...
 - Yo Lucía, encantada. -por no menos dejé de temblar...
Me desenvolví de sus fuertes brazos y me puse derecha.
 - Sé que quizás suene atrevido, pero llevo observándote todo el tiempo que has estado aquí, en ésta cafetería, y bueno, me pareciste hermosa, si no te importa, ¿me das tu número de móvil y te llamo para tomar algo?, me encantaría conocerte... -lo dijo, sí, lo dijo, no lo soñé, lo dijo y además lo dijo bien claro.
 - Bue-bue-bueno, va-vale... -ahora la que se sonrojó fui yo, y volví a temblar...
Sí bueno, me vais a decir, ¿qué hacías dándole tú teléfono móvil a un desconocido?, ya, ya sé, pero es que me pareció tan, tan, tan, no sé, tan ¿hermoso? La cosa es que mi instinto sabía que tenía que dárselo, en todas mis anteriores relaciones todo salía mal, el chico me mentía, no me quería o simplemente se iba. Cuándo Marcos me dijo lo que me dijo, supe que él no sería así, no sé, simplemente lo intuía.
Sacó el móvil, era bonito. Ya ves, encima tiene buen gusto, pensé.
 - Bien, dime. -su voz me parecía cada vez más hermosa.
Le dí mi número, me llamó y quedamos más de una vez, fuimos novios y al año y medio nos casamos, todo era perfecto. Tuvimos a mis hijas y entonces todo era todavía más perfecto. Y sí, todo maravilloso, hasta aquella semana en la que todo empezó a torcerse... Él me dijo que trabajaba de empresario en una gran empresa (ni recuerdo cual), sé que era un edificio alto, grande y bonito. Aquél día quise darle una sorpresa, y aunque nunca había ido a recogerlo al trabajo, quise ir. Cuándo llegué pregunté en una hermosa recepción que estaba situada en el gran hall, me dijeron que allí no trabajaba ningún Marcos Castro, todo me pareció muy raro. Estaba totalmente segura de que era aquel edificio, él mismo me dijo que trabajaba ahí cada vez que pasábamos por delante... Bueno, dí media vuelta y me fui a casa, cuándo llegué no había nadie, las niñas estaban en patinaje y Marcos supuestamente de vuelta a casa.
Unos minutos más tarde sonó el timbre, alguien llegaba, ¿las niñas? No, normalmente Raquel (niñera) las recogía a las 8:30 y las traía a casa, eso añadía un cuarto de hora más y apenas eran las 7:15.
Estaba claro, era Marcos.
 - Hola cariño, ¿qué tal el día? -su tono normal, amable y cariñoso.
 - Mal. -contestación borde.
 - ¿Por qué? -seguía en tono cariñoso aunque con una pizca de preocupación.
 - No sé, para empezar hoy no he tenido mucho trabajo, así que hoy no traigo mucho dinero. Luego quise ir a recogerte al trabajo para que el día no fuese del todo mal, pero ¿adivinas la sorpresa? Según aquella recepcionista ningún Marcos Castro trabaja allí, ¿en qué más me mientes? -dije en un tono neutro.
Se le cambió la cara.
 - Sí, trabajo allí, te habrás confundido de edificio, simplemente. -él todo lo soluciona, tono tranquilo.
 - ¡No, no me equivoqué! ¡Me mientes! -dije, ya estaba enfadada.
 - No , de verdad amor, claro que te habrás equivocado, ¿por qué te voy a mentir en ésto? Es mi trabajo, de verdad. -estaba relajado...
 - Está bien... te creeré porque nunca me diste ningún motivo para no hacerlo. -se me fue el enfado, sí, de un momento a otro, él tenía ese poder...
A los dos días quise ir otra vez a buscarlo, estaba a punto de entrar en el edificio de al lado. No llegué a entrar cuándo lo vi introduciéndose en un callejón. Lo seguí. Se encontró con un tipo, parecía mafioso, empezaron a intercambiar palabras:
 - ¿Lo hiciste? -dijo el mafioso, neutro.
 - Sí, ya no hay ningún Juan Hidalgo. -dijo Marcos con una sonrisa malvada en la cara.
 - A ver Marcos, sorpréndeme, ¿cómo te lo cargaste? Sé que tienes imaginación. -mafioso, sí, era un mafioso, ¿ves lo que dijo? Era un mafioso.
Pero, ¿por qué le decía tal cosa a mí Marcos? Él, Marcos, no era capaz de matar a nadie, porque "cargarse" es igual que "matar", ¿no? Sí, si lo es... Pero no, no podía creerlo, ¿Marcos? Él no era un asesino...
Luego Marcos, mí Marcos, empezó a decirle una cantidad de crueldades de todo tipo, algo que no quiero recordar. Me fui corriendo, corrí un buen rato, no sabía ni por dónde iba. Dejé de correr al quedarme sin aliento... Sentía miedo, dolor, asco, de todo. Volví a casa en metro.
Cuándo llegué hice como que no sabía nada, me comporté como de costumbre, como todos los días. Estaba decidida a descubrir qué pasaba, pero sabía que si se lo comentaba a Marcos no me diría la verdad, lo sabía.
Fin.
La próxima semana, segundo capítulo.

viernes, 10 de junio de 2011

Para los que tienen Twitter

¡Hola! Hoy escribo para comunicaros que hace un par de día me creé una cuenta en Twitter.
Solo quería comunicaros que si tenéis Twitter me dejéis vuestra dirección y os sigo :)
Ésta es mi dirección: http://twitter.com/LidSweet
Besos