mesiguen~

lunes, 15 de agosto de 2011

Insomnio.

Ves el techo y no ves nada más, quizás la silueta de una camiseta mal doblada en el respaldo de la silla. No oyes nada, quizás un grillo impertinente, un gato maullar irrepetidamente. Y piensas el lo que eres y en lo que podrías haber sido, en lo que tienes y en todo aquello que has perdido. Entonces se te ocurre encender la pequeña luz que tienes a tu lado y como una estúpida te das cuenta de que vuelves a tener insomnio, de que no puedes alejar de ti eso que tanto odias y sí, te duele. Al instante te arrepientes de haber encendido la luz, pues empiezas a ver claramente todos y cada uno de los recuerdos escondidos, que salen, sí, pero solo por las noches, impidiéndote dormir, y que por las mañanas se vuelven a esconder, para que puedas sonreírle al mundo, ese mundo tan cruel que no se merece ninguna de tus sonrisas. Ahora que tus mejillas están inundadas en lágrimas apagas la luz, pero ya es demasiado tarde, y empiezas a pensar en lo tarde que llegas siempre. Ya no puedes hacer nada, solo esperar a que pasen las horas más largas de tu vida.
Hoy es una noche más llena de dolor, llena de insomnio.
"No hay remedio para el dolor"
"No hay dolor sin vida"
"No hay vida sin dolor"


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