mesiguen~

lunes, 13 de diciembre de 2010

Que el tiempo se adapte.

En realidad éste tema no es estable. Para unos el tiempo pasa tan rápido como un coche, para otros, tan lento como un caracol dejando su rastro de baba en la acera. Pues hay que aportar también que no siempre el tiempo pasa de la misma manera, sino que unas veces es demasiado rápido y otras excesivamente lento. Todo se mezcla.
Cuando estoy aburrida, amargada, triste, impaciente o incluso cuando estoy dando vueltas en la cama porque no puedo dormir, el tiempo es lento. Sin embargo cuándo estoy besándome con mi amor, cuándo me divierto, cuándo tengo sueño y necesito dormir, el tiempo es rápido.
¿Por qué? Pues no vale que me digáis que es porque lo que te gusta lo disfrutas más y por eso consume más rápidamente el tiempo, no digáis eso porque eso ya lo sé. Y también sé que aunque me queje y no me guste tal cosa, seguirá siendo así, pero soñar, creer y quejarse es gratis, ¿o no? Lo pienso y lo digo, es una queja y la cuento.
Pues además de eso, hay veces en las que estoy en la cama, quedan escasos minutos para tener que levantarme pero tengo demasiado sueño, en ese momento el tiempo pasa lento, muy lento. Y me sorprendo. ¡El tiempo está a mi favor!
Me doy cuenta de que todo, absolutamente todo, está en mi cabeza, en nuestras cabezas. Pero no es controlable siempre. Esos días en los que ocurre tal milagro, son los días más favorables que una puede tener, tan solo porque nuestra cabeza consiguió que el tiempo pasara lento en el momento perfecto. 
Y es que tiempo es una palabra, pues lo que verdaderamente importa es que disfrutes cada segundo de tu vida, malo, bueno, alegre o aburrido. Todo cuenta, ya que cada segundo el único y lo vivido no lo vas a volver a vivir.

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